lunes, 30 de septiembre de 2013

NILTON SARMIENTO - Autobiografía

Soy de ascendencia ilustre, mi familia tiene una trayectoria, y una antigüedad incalculable, los ilustres nombres de mis antepasados son nombrados en los libros de historia. El primero de los Sarmiento que recuerda la historia es Jorge Sarmiento, un celebré guardián de bancos, que se dedicaba en proteger el dinero de los ciudadanos 24 horas al día, se preocupaba tanto por las personas, que se llevaba el dinero a su casa, para cuidar que nadie toque el dinero, su esfuerzo fue bien recompensado cuando la policía lo premio con un cuarto personalizado, donde residiría unos 25 años.

El segundo Sarmiento que se me viene a la mente, es mi tatarabuela, la condesa de Apurímac, ella vivió por los años 1837 – 1867, es recordada por su increíble belleza, los aldeanos de la zona, no podían dejar de adorarla, le obsequiaban lindos perfumes, traídos de la capital, le obsequiaban animales, joyas, dulces e incluso llegaron a obsequiarle sangre, para que de esta manera la condesa de Apurímac, se mantuviera bella por siempre al bañarse con la sangre de los aldeanos, un obsequio tan puro como la sangre preservaba la belleza de la condesa, que es recordada por la historia, como la dama más amable, y mentalmente sana de la historia, pero infortunadamente la envidia de otras condesas la llevo a su trágico final, las condesas la llevaron con engaños a vivir en una cueva, donde murió producto de estar lejos de sus queridos aldeanos.

Mi bisabuelo Leo Sarmiento por otro lado, tuvo una vida muy corta, tan solo vivió 28 años, pero en ese tiempo el conoció el amor de una bella mujer en un barco, pero lamentablemente después de conocer al amor de su vida murió, producto a que el barco donde iba naufrago. Mi Bisabuelo, es el más famoso de mi familia, su historia romántica incluso ha inspirado varias películas.

La historia de mi familia es exquisita, y me siento orgulloso de ello, al igual que muchos se sienten orgullosos de su familia, por ejemplo ¿Quien no se sentiría orgulloso de tener como pariente al temible Django, o a Gabriella Erzsébet “La Condesa Sangrienta”, o mucho mejor a una estrella de Hollywood como Leonardo Dicaprio?.

Mi autobiografía es solo una clara muestra, de lo importante que ha sido mi familia a lo largo de los años, mi historia sin embargo no es importante, solo tengo 21 años, soy un joven universitario, y mi historia se está escribiendo poco a poco. 

lunes, 23 de septiembre de 2013

LOS GATOS NO VAN AL CIELO



Ser  negro no es un delito, y mucho menos un pecado, pero en mi amado Perú tener la piel oscura significa ser un ladrón, o en el peor de los casos un salvaje que come gatos. Lo primero es algo totalmente alejado a la realidad, en mis 15 años de vida he sido asaltado más de 3 veces, no por personas con piel oscura, incluso fui asaltado por personas con tez clara, limeñitos que tenían la apariencia de ser de Miraflores que bajaban de su camioneta, y sin ninguna vacilación me amenazaban con una pistola. Pero ya estoy acostumbrado a los insultos, y los temores de personas, que al verme guardan su celular, esconden sus billeteras, o simplemente se alejan de mí aun siendo un flacucho, en realidad por lo único que me avergüenzo es ser un flacucho que no puede defenderse. Ser negro y ladrón es un estereotipo creado por los limeñitos, esos mismos limeñitos que imitan modas extranjeras, pero comer gatos, no es un mito de los limeñitos, es la realidad, que experimente hace un año cuando viaje junto a mi padre a Chincha.

Era septiembre del 2010, cuando visite Chincha junto a mi padre Enrique Candela que a diferencia mía, el era un hombre alto que bordaba casi los dos metros, y a la vez era muy fornido debido a que entrenaba en un gimnasio a diario Mi padre y yo, no somos muy cercanos, debido a que él está separado de mi madre Roberta Medina, y yo vivo junto a ella— La idea de visitar Chincha junto a mi padre, fue de mi madre, brillante idea que me traería problemas más adelante.
Toda mi vida he vivido en Lima, y aunque era discriminado en un principio, he ganado una reputación con mis amigos de colegio, aunque me sigan diciendo negrito, yo lo veo como una muestra de afecto de parte de ellos, he intentado siempre alejarme de los estereotipos de la televisión, como “El negro mamá”, pero si ellos se hubieran enterado que fui de viaje a Chincha junto a mi padre, destruiría toda la reputación que había ganado en los últimos años dentro del colegio.

Una vez llegué a Chincha junto a mi padre, me presento a mis tíos y primas —que prácticamente aun sigo recordar sus nombres— Mis primas vestían vestuario del típico baile del alcatraz, iban a presentarse en un espectáculo en honor a Santa Efigenia, en la plaza de Chincha, ellas me preguntaron si sabía bailar festejo, lamentablemente les dije que sí. El día central de la ceremonia a  Santa Efigenia había empezado sin contratiempos, había conocido a toda la familia de mi padre, e incluso escuchado una y otra vez la historia de Santa Efigenia, pero no le daba importancia, yo solo estaba preocupado por el baile que tenía que realizar junto a mis primas es una santa de la Iglesia copta y la Iglesia católica, una de las responsables de la diseminación del Cristianismo en Etiopía— antes de llegar a la plaza, me percate de la gran cantidad de personas con mi mismo color de piel, era la primera vez que me sentía cómodo en un lugar, todos sonreían, nadie me miraba atemorizado, o guardaba sus celulares, esta vez estaba con mi gente, en ese momento estuve decidido a bailar junto a mis primas,
—estas personas no se burlaran de mí— Pensé.

Minutos antes de bailar, escuche algunos gritos, mi instinto de chismoso empedernido me llevo hasta un grupo de jóvenes, que eran complemente diferentes a nosotros, tenían la tez clara, su piel era tan blanca que incluso por un momento pensé que brillaban, sus cabellos eran rubios, como los de las estrellas de Hollywood, eran más de 15 personas los jóvenes, que se pusieron a gritar con carteles en mano.

—Basta de maltrato, no consuman gatos— Gritaban los jóvenes, que tenían a varios gatos entre sus brazos. Me sentí insultado y sumamente avergonzado, como unos limeñitos, que posiblemente eran de Miraflores o San Isidro, vinieran hasta Chincha, para insultarnos y ordenarnos que no comiéramos gatos. Me pare junto a uno de ellos, y le grite —Cállate Mentiroso, aquí nadie come gato— de pronto hubo un silencio abismal, nadie dijo ninguna palabra, pude sentir en ese momento que todos me miraban espantados, de pronto uno de los protestantes se acerco y me dijo —Mira a tu alrededor—, pude ver a varios Chinchanos, comiendo pollo frito, pero no era eso, en mi mente mis ideas se estuvieron ordenando, ¿Qué fue lo que comí anoche?, ¿Mi papá me mintió?, ¿No era pollo, lo que comí estos días?, mi padre vino por detrás me sujeto del brazo y me llevo a casa.

No me arrepiento de haber comido gato, quizás en ese momento fue algo chocante, debido a que he vivido toda mi vida en Lima, pero poco a poco me he dado cuenta que es una costumbre, en China comen perros, en la selva comen lagartos y monos, y en Lima los limeñitos acomplejados comen caracoles imitando a los Italianos, pero en Chincha se come gatos, y mi relación con mi padre ha cambiado y es mucho mejor, pienso viajar cada año a Chincha, y sé muy bien que mis hijos también lo harán.

Nilton Sarmiento Contreras

domingo, 22 de septiembre de 2013

Sueños



Sueños

Son las 7 de la mañana y mientras paso mis manos por mi  cabello mirando el espejo, trato de despertar luego de una larga noche;  voy retrasada, por eso tengo que alistarme cuanto antes, busco el cepillo de dientes, no lo encuentro, vuelvo a mirarme  al espejo y noto que aún me falta mucho para despertar, en eso viene mi pequeña  hija, miro los ojos de Bayolet y noto en ellos el reflejo de una mala mañana, la verdad es que hoy  yo también  levanté con un mal humor, es como si el mundo y todo alrededor conspirara para que me sienta decaída. 

Al sentarme en el comedor  tomo mi taza de café, con dos cucharadas de azúcar, esa que tanto me gusta, levanto la voz para llamar a mi pequeña y puedo verla acercarse a paso lento, al parecer a ella también le cuesta un poco “madrugar”, se acerca a mí y abre los brazos para que cargue de ella y la coloque en su sillita especial, esa que le regaló su abuelo con dibujitos de animales y hecha toda de madera pura; la tomo entre mis brazos y al levantarla recuerdos borros vienen a mi cabeza , es como si fuese un dejavú, es como si esto ya lo hubiera vivido , no sé lo que pasa, no sé cómo explicarlo.

Estoy en el ómnibus tarareando la canción del momento sé que haciendo esto dejaré de pensar en la salud de mi madre, la pobre se encuentra tan mal, incluso, temo pensar que Diosito vaya a querer tenerla a su lado, mientras el cobrador llama gente para seguir llenando el carro, que  de por sí,  se encuentra súper abarrotado de personas, yo, estoy a punto de llegar a mi destino.

Durante todo el trayecto mi bebe  no dijo ni una sola palabra, estaba tan cansada que prefirió continuar su sueño  entre mis brazos.  La tomo de la mano para caminar, nos acercamos a la puerta principal del hospital, es aquí, donde se encuentra mi madre. Ahora por fin la veré.

Una mujer se me acerca, me hace la conversación pero yo no dejo de pensar en mi madre y en lo mal que se encuentra, estoy tan desesperada por entrar a verla que  sigo la conversación; después de todo, no se ve tan mala persona, Bayolet reclama mi atención, vuelvo a cogerla y la acurruco en mi pecho, esta sí que es una niña perezosa, pero es mi hija,  y la amo con todo mi corazón. 

La gente se aglomera por entrar a la visita, es obvio que no soy la única que quiere ver a su familia. Me coloco detrás de un tipo alto y robusto, de mirada penetrante; con mi pequeña en brazos estoy solo a dos personas para ingresar al hospital, en eso me detiene el hombre de seguridad.

¡Usted no puede Pasar!, me dice el uniformado, yo toda molesta le pregunto por qué, ¿Cuál es el problema? Y entonces el hombre responde que no puedo entrar con mi hija. Bayolet tiene que quedarse; estoy preocupada, no sé qué hacer, quiero ver a mi madre, pero no tengo con quien dejar a mi tesoro.

De repente siento que alguien me toca el hombro, volteo, y caigo en cuenta que es la misma mujer que me hizo la conversación al inicio, esta, se ofrece a ayudarme y yo no hago nada más que aceptar, no lo pienso dos veces, entonces le digo a mi pequeña que me espere quietecita con la señora, que ella sólo la cuidará por un momento. Le prometo que al salir le compraré una gelatina, sé que le encanta de sabor piña, por eso ella siente sin ningún problema. 

Me cuesta mucho dejarla, pero sé que no será por mucho tiempo, entonces me alejo y volteo, veo su rostro, se encuentra algo triste, pero  antes de cruzar la puerta me sonríe y me manda un beso.

Después de visitar a mi madre y ver que su salud está mejorando, me pongo a pensar en mi hija, levanto la cabeza y miro de manera atónita el reloj que cuelga sobre la pared ¡no lo puedo creer!, han pasado alrededor de dos horas, y mi pequeña está afuera, esperando con una desconocida, aunque la mujer tenía buena pinta, son casi dos horas las que estuve entre estas cuatro paredes, me siento mal con migo, con mi pequeña y sobre todo con la mujer, que estará pensando, abusé de su confianza.

Salgo de manera rápida y apresurada, aunque no voy golpeando a la gente en mi camino, sé que muchos de ellos me miran de manera rara, claro, ellos no saben lo que me sucede. 

Estoy sudando, tengo un mal presentimiento, siento que mi corazón mi corazón se encoje, el pulso se me acelera, y sólo empiezo a ver a la gente en cámara lenta, no escucho voces, sólo veo pasar a enfermeras, pacientes, visitantes, entre otros, todos ellos me miran y veo tristeza en su rostros, sé que algo anda mal, lo sé, lo presiento.

Estoy tan agotada que mis fuerzas se desvasen, sé que falta poco para llegar a la puerta, puedo ver al mismo hombre de seguridad que me negó el ingreso al inicio, lo veo, pero también veo dolor en su mirada, no entiendo lo que sucede; cuando estoy a punto de llegar, todo se nubla, ahora no veo nada, sólo escucho la voz de mi pequeña Bayolet, llamándome, está llorando, sólo puedo escuchar su voz, sus gritos, me está llamando. 

En eso me despierto y la veo ahí tan tranquila, como siempre, con esos ojos tan hermosos que tiene, salió a su abuela,  eso viene de familia. En sus cortas palabras dice que me quiere  y vuelve a colgarse de mi cuello como siempre lo hace cada vez que la llamo para servirnos el desayuno. 

He sabido que los sueños tienes un significado, incluso existen personas que logran interpretar de manera más precisa lo que nosotros en un estado de profundo descanso “soñamos” pero pero en fin, no soy muy creyente de ese tipo de cosas, sólo sé que en adelante tendré mucho cuidado con mi pequeña hija, nunca tomaría la decisión que tomé en ese sueño tan bizarro.

Xiomara Soto Portillo

jueves, 19 de septiembre de 2013

Un castigo a la maldad


El dueño de los hombres, cansado de ver tanta maldad, egoísmo y que los hombres se dieran la espalda unos a otros un día decidió castigarlos con la misma moneda que ellos daban a sus semejantes, es decir más maldad y dijo así "Mientras más se corrompa el mundo más demonios bajaran, demonios que asesinaran, robaran y secuestraran pero también cada persona afectada por esto tendrá un protector que velaría por ellos día y noche", lamentablemente por su propia decisión esto solo seria de conocimiento de los pobladores de la las principales ciudades de cada país.

Kathy Córdova, una mujer que había recientemente llegado a Lima junto con su pequeña de solo 1 año y 11 meses, Vayoleth. Ambas se dirigieron al hospital Arzobispo Loayza sin saber que serian víctimas de la leyenda ya bien conocida en Lima.

Al llegar a Kathy no le permitieron el ingreso con su hija y no le quedo más que dejarla con una desconocida que había logrado ganar su confianza en poco tiempo. Pero al salir Kathy del hospital se dio con la sorpresa de que ninguna de las dos estaba ni su pequeña hija ni la mujer a su cargo, desesperada rompió en llanto rogando por ayuda, ella solo quería que le devuelvan a su pequeña.

Afortunadamente la protectora de la pequeña, Olinda Ramírez Maldonado escuchó los pedidos de Kathy e hizo todo lo posible por ablandar e iluminar el corazón de la secuestradora para que así decida devolver a Vayoleth con sus padres. Y así fue, después de 14 días de estar en cautiverio y lejos del amor que solo el hogar le puede proporcionar a un niño, Olinda cumpliendo muy bien con la misión que el dueño de los hombres le había encomendado hizo todo lo posible y finalmente logro entregar a la niña a sus padres.

Ellos regocijados de alegría no podían creer que por fin tenían su adorada hija de regreso con ellos y con esta horrible experiencia aprendieron sobre el castigo que se había impuesto sobre todos los hombres y se aseguraron que a partir de ahora serian mejores personas.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

ARMA TRAICIONERA




Antonio, un joven de 19 años no comprendía a que se dedicaba su padre Martín, sólo sabía que tenían que cambiar de casa muy seguido, aunque no le molestaba ser siempre el nuevo de la clase, nunca se había quejado de tal inestabilidad, le daba cierta nostalgia mirar las fotos que le tomaban de niño en casa de sus abuelos Emilio y Dora, guardaba celosamente bajo la almohada, una casa y unos abuelos a los que apenas recordaba, pero que le dolía haber dejado atrás.
Otra vez se acercaba el ritual de despegar con toda la paciencia del mundo sus juguetes de colección de las puertas interiores del clóset, para colocarlas en las de la nueva casa. Limpiaba con marcado desgano el polvo de sus colecciones de juguetes preferidos, antes de envolverlos y meterlos en una caja de cartón, regados por el suelo de su habitación, ya había varias cajas selladas y rotuladas, ropa de cama, libros, zapatos y juguetes de infancia.
Todo parecía lo mismo que todas las veces pasadas, hasta que su madre Fabiola apareció con cara sombría en la puerta de su habitación para anunciarle a dónde se mudarían esta vez, no se les tenía permitido llevar mascotas, eso significaba que no podía llevar a Chester.
Chester había sido su compañero fiel, desde que ambos tenían corta edad, ¿Cómo podría abandonarlo? si había sido su perro la única razón por la que todas las anteriores mudanzas no habían significado casi nada, él hacía soportable cualquier traslado. Su padre había intentado calmarlo, diciéndole que podían  dejarle el perro al señor Enrrique, el cual tenía un taller de autos en la esquina del vecindario, pues Chester cuídaria dicho taller, donde actualmente vivían, pero eso no servía de consuelo.
Hasta que llegó el día inesperado, nunca más deseado de Antonio, desperdirse de su fiel y verdadero amigo que durante nueve años había compartido momentos gratos y no gratos a la vez, que en adelante no se iban a volver a repetir.
Pasado un tiempo Antonio no era el mismo sin Chester, buscaba entre sus jueguetes uno que lo consuele, que no le permita pensar en su compañero, luego escucha un silvido por las afueras de su ventana, nuevos amigos de su nuevo vecindario incitándolo para jugar pelota, pues decidió ir a ver si la depresión bajaba entreteniéndose con las malas juntas.
En la noche siguiente Antonio medita en su cama hechado, había hecho varias propuestas para no seguir mudándose, recuperar a su mascota y tener a la familia completa, esto significaba conseguir dinero fácil a cómo de lugar para así obtener un hogar fijo, grande, donde Chester pueda estar augusto, sin que nadie lo bote y lo rechaze, en una casa tranquila y vigilada.
En una madrugada muy fría desolada, Antonio se imagina un plan absurdo, que se le había cruzado por su cabeza, va directamente con un amigo de su nuevo vecindario a un hotel en busca de dinero rápido, coge un arma y ya adentro su nerviosismo y su inexperiencia en este rubro lo traicionó al darse cuenta, que cámaras de seguridad estaban grabándolo, de la nada por sus movimientos terminó disparándose el rostro. La bala le había impactado en el ojo derecho; tuvo que ser conducido de emergencia al hospital, después de este hecho inesperado fue directo a la cárcel, en la conciencia queda el acto erróneo por el amor de estar junto otra vez con su mascota inigualable.

Hans Plasencia Cavero

martes, 17 de septiembre de 2013

SUEÑOS TRUNCADOS

He esperado con ansias todos estos días, seguro que mañana terminare victorioso, todo un ganador, venceré, y, así convertirme en uno de los pocos guerreros en derrotar a Abaddon, la preparación que he llevado en mi campo de entrenamiento me será de utilidad, -estoy seguro que lo conseguiré- me lo repito en mí cabeza. Ahora solo he de esperar y descansar, debo guardar toda energía posible.
La mañana amaneció gris, con llovizna y viento, esto hace que se erice mi cuerpo, me apresuro en colocarme mi armadura, -Matías apresúrate o no iremos – me grita mi madre,  me dispongo a bajar con rapidez. Nos dirigimos al campo de batalla.
Un humo tenue cubre el campo de batalla, me apresuro en despedirme de mi madre,- nos veremos luego-, le digo con mucha seguridad,  me dirijo al campo y logro percibir a cientos de guerreros, enfrentando  a las criaturas más despreciables del planeta, algunos de ellos inmensos y con un solo ojo, son torpes pero capaces de aplastarte con una sola mano. Me interno en la llanura del desierto-tengo que tener cuidado con los animales venenosos- me lo repito, logro superarlo y ahora me propongo a escalar la cima de la montaña de las criaturas inmensas, que pueden observarlo todo con aquel único ojo enrojecido.
Me he detenido a la mitad de la montaña, necesito tomar un poco de agua, mientras bebo no dejo de pensar en Abaddon,- ¿Será cierto lo que dicen de aquel demonio?-pensé- ¿Acaso me faltará el aire? ¿Olerá a azufre? ¿Se me irán las fuerzas? –me pongo a recordar  las palabras de guerreros que han pasado por estas situaciones al estar cerca del demonio y que han salido huyendo del lugar. Me apresuro a seguir el camino, he descubierto un túnel que al parecer atraviesa las montañas,- eso me evitará la confrontación con los gigantes y así llegaré rápido a la espesura del pantano donde habita Abaddon- pienso.
Saco mi bengala para abrirme paso en la oscuridad de la cueva.
-¿Será tan largo el camino?- me pregunto.
Llevo caminando por más de una hora, no he tenido problema alguno pero me preocupa que se acaben las bengalas antes de ver la salida, solo me quedan tres.
-¡Demonios! –grito asustado.
La cueva ha comenzado a temblar, el suelo se inclina para un lado, siento que caigo hacia un abismo, he comenzado a sudar y temblar, no consigo sostenerme de una roca, -¿Será mi fin?- me pregunto. De pronto mi cuerpo se estampa contra una de los lados de la cueva, el dolor es inmenso, no puedo moverme y menos respirar, las fuerzas se me han ido,- quiero regresar a casa, quiero ver a mamá- es en lo único que pienso.
-Se cayó el tobogán cuando el niño estaba encima- mencionan unos señores y enseguida escucho a mi madre gritar estremecedora mente, mientras se cierran mis ojos.
¡Matías!


Paulo Fuentes 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Loki, el Dios de la Malicia


La mente de un mortal es repugnante, solo piensan en sí mismos, son vanidosos, envidiosos, y sobre todo son orgullosos, los hombres solo piensan en sexo, y las mujeres en el dinero, no existe más remedio tengo que eliminar este cáncer del planeta, que representa la humanidad, debo empezar con el Raknagork,  el apocalipsis, el fin de todo lo conocido, solo un dios puede limpiar este mundo enfermo y repugnante, y ese dios, soy yo, Loki el dios de la malicia.

 

He elegido que el 17 de septiembre del 2013,  quede marcado como el inicio del Ragnarok,  mi glorioso inicio del apocalipsis ha sido eficazmente notificado a los medios de comunicación, ahora solo debo esperar el glorioso día que la humanidad presencie ante sus ojos el final.

 

El día finalmente ha llegado, los medios de comunicación no han informado absolutamente nada sobre el Ragnarok, ellos me subestiman, me tratan como un bromista, un payaso,  no creen que el final ha llegado, les demostrare que se equivocan, cuidadosamente he elegido la Universidad Martinez de la Garza, para llevar a cabo la limpieza de este mundo, los hijos de los miserables mortales serán los primeros en presenciar el Ragnarok.

 

Lograr ingresar a la universidad es relativamente fácil, ningún mortal se ha puesto en mi camino, ahora tengo que elegir el salón, existen solo 35 salones, ¿Cuál salón será el afortunado?, puedo escuchar algunos murmullos, por lo visto provienen de uno de los salones, ¿Pero de cuál?, ¡El salón 13! de ese lugar provienen las voces, la puerta ni siquiera está cerrada, puedo ver a los mortales dentro del salón, son más de 20, ¡Este salón es perfecto! Estos jóvenes serán los primeros testigos del final de su mundo. Uno de ellos se está acercando a mí, de mi rostro cae una gota, ¿Es sudor acaso?pensé , el estudiante me acababa de escupir.

Oye mongolito, ¿Dónde diablos te habías metido estos días?, tenemos trabajo, diablos Rosmery te dije que meter a este idiota por pena, nos traería problemas grito el estudiante que me escupió en el rostro, pude vislumbrar  que poseía un cuerpo atlético. Una de las estudiantes se había  puesto de píe, no puedo dejar de ver su rostro, tiene los ojos de Hilda de Asgard, y la belleza de Elena de Troya,

 Perdóname Abraham, estoy segura que el habrá terminado la tarea, ¿Michael terminaste nuestra tarea cierto?Me suspiro la estudiante.

 Un minuto ¿Ella se está refiriendo a mí?, acaso ella me confunde con un tal Michael?, debo responderle algo No   respondí.

Su rostro ha cambiado, su mirada es igual a la de una Valquiria, Oye Abraham no hizo la tarea, si quieres golpéalo antes que venga la profe grito la estudiante, de una forma iracunda.

Como  tu digas amor respondió el estudiante de una manera muy educada, y noble.  El mortal mueve su brazo como retándome, solo puedo escuchar un ruido de un vidrio rompiéndose.

 

 Mi rostro esta adolorido, carcajadas, todos los estudiantes se están riendo, ¿Qué les habrá parecido tan gracioso?, Abraham ya deja al mongol, en la salida lo agarramos grito uno de los estudiantes, mirándome y burlándose de mí.

 Si no digo algo ellos seguirán riéndose pensé. Mi nombre es Loki el dios de la malicia y todos ustedes pagaran muy caro —grite airadamente.

Risas y más risas, todos han estallado en carcajadas, que sucede no me temen —Grite nuevamente.

 Oye Abraham creo que lo has golpeado muy fuerte,  ya se volvió loco jajaja —ironizó una de las estudiantes.

 Les voy a demostrar malditos, todos ustedes se van a morir, se van a morir escorias —Los amenace nuevamente.

—¿Qué has dicho?, ¿Quieres que te golpee mas fuerte lunático?, oye espera que diablos estas sacando de tu mochila, oh carajo es un arma —Grito Abraham.

 Comprar estas armas no fue nada difícil, ahora que lo pienso, fue relativamente fácil, es irónico que las mismas armas que crearon los mortales, serían usadas contra ellos, he practicado disparando algunos gatos y no puedo fallar. El sonido de pequeñas explosiones, que ocasiona jalar el gatillo es maravilloso, sus gritos de desesperación, sus suplicas, su sangre brotando de sus pechos, de sus piernas, de su propias cabezas, sus sesos volando a través del salón de clases,  sus llantos mezclándose con sus sangres, cada uno de ellos gritando de desesperación, todo es absolutamente maravilloso.

Solo queda una estudiante en píe, mientras los sobrevivientes del Ragnarok, se retuercen en el piso gimiendo de dolor mientras yo atravieso el charco de sangre y me dirijo hacia ella.

 No por favor perdóname, no me mates, quiero vivir, no me mates, dios mío ayúdame —me suplico Rosmery entre llantos.

  —¿Dios mío acabas de decir?,  ¡Yo soy dios! grite. 

Otra pequeña explosión, al jalar el gatillo, la bala esta vez atravesó por uno de sus ojos, he hizo volar sus sesos, se lo merece por pagana —pensé.

De pronto puedo escuchar otras explosiones, esta vez son varías, ¿Pero de donde vienen estos sonidos tan maravillosos? — pensé. Son ellos los mortales afuera del salón, quienes provocan las explosiones, están usando sus armas, son varios. No puedo mantenerme de píe, he caído en un charco de sangre provocado por los muertos a mi alrededor, entonces así es como termina, el Raknarok, ellos definitivamente me recordaran, definitivamente nunca me olvidaran, incluso el sujeto apuntándome con un arma en mi cien, no me olvidara, no olvidara a Loki el dios de la malicia. *

 

* Nota: Otra pequeña explosión.

 

 


Nilton Sarmiento Contreras