miércoles, 18 de septiembre de 2013

ARMA TRAICIONERA




Antonio, un joven de 19 años no comprendía a que se dedicaba su padre Martín, sólo sabía que tenían que cambiar de casa muy seguido, aunque no le molestaba ser siempre el nuevo de la clase, nunca se había quejado de tal inestabilidad, le daba cierta nostalgia mirar las fotos que le tomaban de niño en casa de sus abuelos Emilio y Dora, guardaba celosamente bajo la almohada, una casa y unos abuelos a los que apenas recordaba, pero que le dolía haber dejado atrás.
Otra vez se acercaba el ritual de despegar con toda la paciencia del mundo sus juguetes de colección de las puertas interiores del clóset, para colocarlas en las de la nueva casa. Limpiaba con marcado desgano el polvo de sus colecciones de juguetes preferidos, antes de envolverlos y meterlos en una caja de cartón, regados por el suelo de su habitación, ya había varias cajas selladas y rotuladas, ropa de cama, libros, zapatos y juguetes de infancia.
Todo parecía lo mismo que todas las veces pasadas, hasta que su madre Fabiola apareció con cara sombría en la puerta de su habitación para anunciarle a dónde se mudarían esta vez, no se les tenía permitido llevar mascotas, eso significaba que no podía llevar a Chester.
Chester había sido su compañero fiel, desde que ambos tenían corta edad, ¿Cómo podría abandonarlo? si había sido su perro la única razón por la que todas las anteriores mudanzas no habían significado casi nada, él hacía soportable cualquier traslado. Su padre había intentado calmarlo, diciéndole que podían  dejarle el perro al señor Enrrique, el cual tenía un taller de autos en la esquina del vecindario, pues Chester cuídaria dicho taller, donde actualmente vivían, pero eso no servía de consuelo.
Hasta que llegó el día inesperado, nunca más deseado de Antonio, desperdirse de su fiel y verdadero amigo que durante nueve años había compartido momentos gratos y no gratos a la vez, que en adelante no se iban a volver a repetir.
Pasado un tiempo Antonio no era el mismo sin Chester, buscaba entre sus jueguetes uno que lo consuele, que no le permita pensar en su compañero, luego escucha un silvido por las afueras de su ventana, nuevos amigos de su nuevo vecindario incitándolo para jugar pelota, pues decidió ir a ver si la depresión bajaba entreteniéndose con las malas juntas.
En la noche siguiente Antonio medita en su cama hechado, había hecho varias propuestas para no seguir mudándose, recuperar a su mascota y tener a la familia completa, esto significaba conseguir dinero fácil a cómo de lugar para así obtener un hogar fijo, grande, donde Chester pueda estar augusto, sin que nadie lo bote y lo rechaze, en una casa tranquila y vigilada.
En una madrugada muy fría desolada, Antonio se imagina un plan absurdo, que se le había cruzado por su cabeza, va directamente con un amigo de su nuevo vecindario a un hotel en busca de dinero rápido, coge un arma y ya adentro su nerviosismo y su inexperiencia en este rubro lo traicionó al darse cuenta, que cámaras de seguridad estaban grabándolo, de la nada por sus movimientos terminó disparándose el rostro. La bala le había impactado en el ojo derecho; tuvo que ser conducido de emergencia al hospital, después de este hecho inesperado fue directo a la cárcel, en la conciencia queda el acto erróneo por el amor de estar junto otra vez con su mascota inigualable.

Hans Plasencia Cavero

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